Todo comienza con la preparación de los granos de cebada malteada, los cuales pasan por un molino que cuidadosamente muele el interior y deja entera la cáscara. Lugo, se realiza la maceración, proceso en el que junto al agua y temperatura, se transforman los almidones de los granos en azúcares fermentables. A continuación es enviado al filtro, donde las cáscaras del grano permiten que el líquido fluya y así el mosto se envía al hervidor donde se concentran los azúcares, se esteriliza el mosto y se incorporan los lúpulos responsables del amargor característicos de nuestra cerveza.
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Cuando el mosto se enfría llegando a 10ºC está listo para el proceso de fermentación. Aquí se dosifica la levadura, responsable de convertir los azúcares en alcohol y generar el CO2, elemento que aporta las burbujas, tan necesarias en una buena cerveza. Este proceso dura entre 7 y 8 días, donde es monitoreado mediante muestras para asegurar su calidad, verificando el proceso fermentativo.
Una vez terminada la fermentación, se enfría el estanque, decanta la levadura y se retira habiendo cumplido su trabajo. El líquido, que se conoce como cerveza verde es traspasado a los estanques de reposo por 20 a 25 días en bajas temperaturas, logrando la estabilidad de la cerveza.
El proceso de filtración es clave para darle el color, brillo y transparencia a la cerveza, eliminando los sólidos en suspensión. Terminado este proceso, la cerveza está lista para ser pasteurizada y envasada.